Los comportamientos humanos cuando nos acercamos al final de la pandemia

Como parte del espacio Psicología Consultando, que nuestra web pone a la disposición de toda la comunidad universitaria a propósito de la salud psicológica de la población en tiempos de COVID-19, la profesora MSc. Gladys Ivette Maynard Bermúdez nos envía la siguiente reflexión, válida para los momentos actuales de enfrentamiento a la pandemia.

 

“Tan eficaz fue la cuarentena, que llegó el día que la situación de emergencia se tuvo por cosa natural, y se organizó la vida de modo tal que el trabajo recobró su ritmo y nadie volvió a preocuparse por la inútil costumbre de dormir”.                

  Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.

 

Los primeros cuatro meses del año 2020 han estado matizados, trastocado por la pandemia de la COVID-19, el impacto de la misma atraviesa todas las esferas de la vida socioeconómica y personal, hasta las tradiciones han sido modificadas, celebramos los cumpleaños, el 1ro de mayo y el día de las madres de modo diferente.

Los matemáticos construyeron los modelos de pronósticos y entonces la realidad de la tendencia nacional de la enfermedad quedó representada por escenarios en curvas de tres colores, azul favorable, la verde media y la roja crítica, estar en una de las tres dependía del comportamiento de los cubanos.

Los máximos dirigentes del país, los científicos de las ciencias exactas y humanas resaltaron, desde el inicio, que además de las medidas estatales implementadas para enfrentar la epidemia, era de suma importancia que la población comprendiera y adoptara comportamientos sugeridos por las autoridades sanitarias para disminuir los niveles de contagio.

Hoy tenemos nuevos comportamientos sanitarios  y sociales, nacidos del imperativo de minimizar el impacto nefasto de la pandemia en Cuba, lavarnos las manos varias veces en el día y luego desinfectarlas con soluciones cloradas, usar el nasobuco en los lugares públicos, guardar distancia de más de 1 metro al hablar con las personas y salir de nuestras casas solo por cosas muy imprescindibles,  no realizar visitas, ni paseos, también aprendimos a emplear fuentes oficiales para informarnos sobre el comportamiento de la enfermedad.

Con alegría vemos, luego de más de 60 días haberse diagnosticado el primer caso de la enfermedad en Cuba, que la curva real es mucho más favorable que la anhelada curva azul; todo parece indicar ahora que el esfuerzo realizado,  por la mayoría de los ciudadanos cubanos y sus dirigentes ha tenido resultado, a pesar de que algunos  hayan mantenido y mantienen aún conductas poco consecuentes con las demandadas, amparados en sus razones o en sus sinrazones.

Nos estamos acercando al final, qué bueno, en este momento los comportamientos de las personas se pueden organizar en dos grupos, aquellos que se han acostumbrado a no salir de casa, en ella se sienten más seguros y protegidos, temerosos de exponerse al contagio no quieren salir de su casa, la ansiedad que ya habían controlado vuelve a aparecer, esta reacción es normal luego de que las personas han pasado un tiempo confinadas, internacionalmente se la ha llamado “síndrome de la cabaña”, el impacto de esta conducta es principalmente en el plano individual.

En segundo grupo están las personas que tienen la ilusión de que todo acabó y que estamos de regreso a la normalidad, el exceso de confianza sustentado en un optimismo exagerado  los lleva a despreocuparse, a descuidarse y abandonan las medidas prematuramente; el “optimismo ilusorio” que guía su conducta incrementa la vulnerabilidad de enfermar, en tiempos de pandemia  y que su control escape de nuestras manos, su impacto es colectivo.

Ambos tipos de comportamiento demandan de ayuda psicológica y del accionar de los grupos de apoyo, las familias, amigos pueden ser un soporte imprescindible para modular los comportamientos, la calma y la paciencia serán aliados necesarios para alcanzar el equilibrio entre sentimientos y razón.

No evaluemos cuánto nos falta, ya que será siempre menos que al principio, enfoquémonos cuánto más podemos hacer para lograr consolidar lo alcanzado.

Las autoridades sanitarias y la máxima dirección del país, oportunamente han señalado que el regreso a la normalidad es un proceso que llevará tiempo, sin apresuramientos, sin saltarnos ningún paso. Ya llegaremos al día en que la COVID-19 será recordada por los aprendizajes que en materia de buenas prácticas de salud, solidaridad y humanismo tenemos hoy.

MSc. Gladys Ivette Maynard Bermúdez
Profesora de Psicología de la Universidad de Ciencias Médicas Guantánamo

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